
Se queda en pie frente a mi, obstaculizandome el paso por la estrecha vereda. Sin mediar palabra sacude una bolsita de tela de color marrón a modo de cepillo, no parece que contenga más que un par de pesos. Le miro fijamente a los ojos. Tiene una mirada triste, de ceniza. Se puede ver la desesperanza al fondo de sus pupilas, como si supiera que el destino ya decidió por él y que malvivir por las calles de Mérida es y será su única opción de por vida. Me he quedado demasiado tiempo absorto en su mirada y se afana en recordarme el motivo de nuestro encuentro, sacudiendo de nuevo su bolsita. Hurgo en mi bolsillo, buscando alguna grande. Saco una moneda de diez pesos, dorada y brillante, como si acabara de salir de la Fábrica de Moneda y Timbre. La deposito en la bolsa sin dejar de mirarle. Él desvía la mirada por un instante para comprobar si mi curiosidad y mi generosidad se corresponden. Al ver la moneda de diez entrando en la bolsa, por un breve instante, un relámpago de alegría recorre su rostro, desde la comisura de sus labios hasta el brillo de sus ojos. Parece que le hubiera dado un billete al paraíso. Se desvanece de inmediato y la ceniza vuelve a apagar su mirada, como el último aliento de las ascuas, después de una gran hoguera.
Me esquiva sin mucho acierto, golpeándome suavemente con el hombro y continua su camino. Por un segundo me ha parecido percibir en el un hálito de felicidad y eso me hace sentirme generoso. Pienso: diez pesos. Hago la conversión. Son 50 céntimos de euro.
Me alejo sintiéndome miserable.
Me ha encantado leerte. Ha sido un regalo, una pausa que me he permitido en una mañana de ocupaciones por la curiosidad que me despierta tu persona. Después de leerlo, me siento contenta. Siento alegría y a través de tu relato, para mi desbordante de sensibilidad y humanidad,conecto con mi sensibilidad y siento como algo en mi pecho se hace grande, al quedar mi curiosidad pronosticadamente satisfecha.
ResponderEliminarGracias!
Me gusta tu estilo, bueno, siempre me gustó tu estilo en general, pero no conocía esta faceta como escritor. Respecto a la historia que cuentas, sin duda saliste ganando en el intercambio, te hizo refrescar tu humanidad, y eso no tiene precio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Blas.