martes, 17 de septiembre de 2013

EL PROFETA

Llevo días caminando la ciudad. Mi teléfono dice que he dado 21.000 pasos en dos días. Eso deben ser unos ocho kilómetros al día, kilómetro arriba, kilómetro abajo. En todos esos pasos hay algo que siempre reaparece, impasible, en alguna esquina de la ciudad. Un día está frente al mercado, el otro en el cruce de Independencia con la peatonal. Lo he visto también enfrente de la Catedral, incluso varias cuadras al oeste, lejos del bullicio turístico. Lo reconozco siempre desde la distancia. Escucho su melodía desde un par de cuadras antes de poder verlo. Es el profeta. Y canta. Siempre canta. De diez de la mañana hasta casi la madrugada puedes oír su canto.

(Mientras escribo esto, sentado cerca del Zócalo, pienso que debo ir a buscarlo. La última vez que le vi estaba al principio de Macedonio Allende. Recorro las tres cuadras que me separan de allí y le veo. Parece que está recogiendo. Me siento a unos siete metros y le tomo una foto. A los pocos segundos está cantando de nuevo. Ahora puedo continuar escribiendo, me digo).

Siempre viste pantalón oscuro y camisa rojo intenso, casi granate. Lleva una muleta a cuestas, una enorme riñonera verde y un megáfono todavía más grande -que le sirve, indistintamente, para amplificar su canto o como taburete cuando descansa-. No pasará del metro sesenta y no canta especialmente bien pero su tesón es de proporciones épicas, como debe ser su fe. El profeta me conmueve. La gente pasa a su lado sin apenas advertir su presencia. Tres policías caminan pacientes hacia nosotros. Pasan de largo.

El profeta ha parado de cantar. Comprueba si hay algo en la cajita de cartón que tiene en el suelo, frente a él. No hay ni una sola moneda, ni un miserable peso. Espero que vuelva a cantar para transcibir su canción pero el profeta quiere irse a casa. Recoge sus bártulos y se marcha. Le alcanzo en la esquina, le entrego diez pesos y le doy las gracias. 

-Que Dios te bendiga- dice subiendo a un taxi. 


3 comentarios:

  1. Curioso personaje El Profeta, en pocas palabras logras dibujarlo muy bien e intrigar al lector. Creo que todos nos hemos quedado con ganas de conocer las letras de tu personaje. Te emplazo para que nos lo cuentes en otro post. Lo de que al final se sube a un taxi es sugerente... o no debe haber autobus hasta su barrio, seguramente en la enorme e infinita periferia de México ciudad. Un abrazo.

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    1. Aprovecho esta respuesta para darte las gracias por las críticas a todos los textos. Aprecio mucho tus opiniones y de hecho has sido el único que ha criticado negativamente un texto -pese a que sea uno de mis favoritos, reglas por medio incluidas-. Muy amable Blas, seguiré escribiendo y esperando con ansias tus comentarios. Te mando un abrazo muy fuerte desde Quito!

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    2. Gracias a ti por compartir de esta manera tu odisea. En Zócalo 15 hay una primera parte que me parece muy bien escrita, en tu estilo. Pero el ejercicio con las reglas no fue de mi gusto, y sé lo que significa escribir bajo reglas, pudes encontrar aquí una muestra: http://www.blascubells.com/Material/5_primeros_ejercicios.pdf
      Te mando también otro fuerte abrazo.

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