miércoles, 29 de enero de 2014

MOCHILA



Llevo caminando alrededor de una hora y media por la playa, cargado con la mochila y bajo el despiadado sol del Pacífico mexicano. El final de la playa ya no se ve tan lejos y todavía no he encontrado donde quedarme. Las fuerzas empiezan a fallarme y pienso que, tal vez, deba desandar todo el camino hasta la ciudad. De debajo de una gran palapa escucho, claro y en un evidente espanglish:

-"Camping, my friend? Camping!"


Esas palabras son como el maná en el desierto. Me acerco a la destartalada propiedad. Todo, excepto la enorme y hermosa palapa de nueva construcción, está bastante destrozado. Ni siquiera hay una verja que delimite dónde terminan los dominios del oso. A recibirme sale un tipo bajito, sonriente, con barba de un par de días y extremadamente moreno. No lleva camiseta y de su cuello cuelga un cordón con una moneda de 5 duros atada con despiste, o eso me parece. Rápidamente advierto por su acento que es chileno y le dejo mostrarme el lugar. En pocos minutos he armado mi tienda y he encontrado el lugar que, hasta el día de hoy, será mi lugar favorito en el mundo.


Esto ocurrió hace alrededor de un año y medio, en la costa sur oeste de méxico, Oaxaca, Puerto Escondido, La punta. Así fue como conocí a mi amigo Pablo -también Pablito, Juan Pablo o Jota Pe- y a otras muchas buenas gentes a las que, por desgracia, todavía no he vuelto a ver desde entonces -excepto a la buena de Lucía-. Pero a las que, por suerte, algún día volveré a encontrarme.


Pues bien, supe que Pablo regresó a Chile, después de su largo viaje por gran parte del norte de Latinoamérica. Y allí se mantuvo un tiempo, entre Putaendo y las nevadas montañas de Portillo, en la frontera con Argentina. Hasta que un día decidió volver a tomar la mochila y embarcarse en un nuevo viaje, posiblemente el que más le fuera a enseñar de su vida. Se propuso un viaje de ida y vuelta, a dedo y sin dinero, desde su ciudad natal hasta Brazil. Y durante ese camino llevó una pequeña camarita con la que fue filmando sus rutinas, sus horas de espera, sus intervenciones en la calle y, por supuesto, a las personas que le permitieron ir avanzando de un lugar a otro, de un destino al siguiente. 

"Mochila" es el nombre de su proyecto documental y, aunque todavía le queda mucho por filmar y mucho por recorrer, ahí va un anticipo de lo que este loco chileno es capaz de hacer. Grande Pablito!