Llevo caminando alrededor de una hora y media por la playa, cargado con la mochila y bajo el despiadado sol del Pacífico mexicano. El final de la playa ya no se ve tan lejos y todavía no he encontrado donde quedarme. Las fuerzas empiezan a fallarme y pienso que, tal vez, deba desandar todo el camino hasta la ciudad. De debajo de una gran palapa escucho, claro y en un evidente espanglish:
-"Camping, my friend? Camping!"
Esas palabras son como el maná en el desierto. Me acerco a la destartalada propiedad. Todo, excepto la enorme y hermosa palapa de nueva construcción, está bastante destrozado. Ni siquiera hay una verja que delimite dónde terminan los dominios del oso. A recibirme sale un tipo bajito, sonriente, con barba de un par de días y extremadamente moreno. No lleva camiseta y de su cuello cuelga un cordón con una moneda de 5 duros atada con despiste, o eso me parece. Rápidamente advierto por su acento que es chileno y le dejo mostrarme el lugar. En pocos minutos he armado mi tienda y he encontrado el lugar que, hasta el día de hoy, será mi lugar favorito en el mundo.
Esto ocurrió hace alrededor de un año y medio, en la costa sur oeste de méxico, Oaxaca, Puerto Escondido, La punta. Así fue como conocí a mi amigo Pablo -también Pablito, Juan Pablo o Jota Pe- y a otras muchas buenas gentes a las que, por desgracia, todavía no he vuelto a ver desde entonces -excepto a la buena de Lucía-. Pero a las que, por suerte, algún día volveré a encontrarme.
Pues bien, supe que Pablo regresó a Chile, después de su largo viaje por gran parte del norte de Latinoamérica. Y allí se mantuvo un tiempo, entre Putaendo y las nevadas montañas de Portillo, en la frontera con Argentina. Hasta que un día decidió volver a tomar la mochila y embarcarse en un nuevo viaje, posiblemente el que más le fuera a enseñar de su vida. Se propuso un viaje de ida y vuelta, a dedo y sin dinero, desde su ciudad natal hasta Brazil. Y durante ese camino llevó una pequeña camarita con la que fue filmando sus rutinas, sus horas de espera, sus intervenciones en la calle y, por supuesto, a las personas que le permitieron ir avanzando de un lugar a otro, de un destino al siguiente.
"Mochila" es el nombre de su proyecto documental y, aunque todavía le queda mucho por filmar y mucho por recorrer, ahí va un anticipo de lo que este loco chileno es capaz de hacer. Grande Pablito!
"Mochila" es el nombre de su proyecto documental y, aunque todavía le queda mucho por filmar y mucho por recorrer, ahí va un anticipo de lo que este loco chileno es capaz de hacer. Grande Pablito!